martes, 11 de septiembre de 2012

Empezando algo que espero culminar.

En esta noche templada de septiembre, estoy reintentando iniciar este sitio que quisiera que fuera un lugar para expresar las cosas que llenan mi mente. O las cosas que atraviesan fugazmente mi pensamiento. Por supuesto que no va a ser un lugar donde pueda desnudarme psicológicamente hablando (aunque por mi exhibicionismo natural, muera de ganas por hacerlo), pero bueno. Lo que sí puedo prometer es que este yo, que conocen las personas que me rodean, va a ser lo más auténtico posible de acuerdo a la imagen que todas ellas tienen de mí.
La frase que he elegido para nombrar mi blog es de Sabina. Yo repudiaba a Sabina hace años, sin haberlo escuchado realmente. Lo detestaba porque de repente se hizo muy popular acá en la ciudad de México y me parecía una modita entre los hispanófilos, que, como ustedes saben, abundan en Chilangolandia como las cucas. Entonces ponía en duda su valor y, para acabar pronto, ni lo pelaba. No recuerdo exactamente cuál fué la primera canción que verdaderamente escuché de Sabina... puede que haya sido "¿Quién me ha robado el mes de abril?" en un dueto en vivo con el querido Pablo Milanés. Lo que sí estoy seguro es de que mi curiosidad por su trabajo nació de saber que la mujer a la que pretendía por aquellos días, era una fan irredenta del cantautor español. Entonces le empecé a otorgar el beneficio de la duda y me decidí a escuchar sus canciones. Afortunadamente.
"Hola, mi nombre es Antonio y soy un mentiroso". Así debí presentarme, como se presentan en las reuniones de AA, pero la mía sería una reunión de MA (mentirosos anónimos). No sé por qué miento. Tampoco sé desde cuándo me hice adicto a esta adrenalina que siente uno cuando empiezas a urdir la mentira y la vas tejiendo; de repente te encuentras inmerso en la arquitectura de esta mentira que empezó en nada y se ha convertido en una catedral inmensa. Y aparece entonces el sudor frío que recorre tu frente porque sabes que en cualquier momento soplará un vientecillo de verdad y esta imponente catedral formada por las mentiras, se derrumbará como un castillo de naipes. En esta etapa de mi vida me he asumido como mentiroso y trato de mantener la adicción en remisión. La culpa (o gran parte de ella) es de aquella mujer que yo pretendía, que resultó ser el amor de mi vida y con quien estoy a punto de cumplir 6 años de vivir bajo el mismo techo. Curiosamente, ella (gran fanática del "Dylan de Úbeda") profesa la religión de la verdad... entonces mi amor y mis ganas inmensas por compartir con ella mi vida,  me han hecho renunciar a mi vicio. No me arrepiento y si algunas veces recaigo, es porque soy un simple mortal que está en la eterna lucha por conservar el buen camino, con todo y tropezones y el volver a empezar. 
La mentira no me ha dejado nada bueno. La verdad, tampoco. Pero como esto se trata de jugar con unas reglas establecidas y ser funcional dentro de la sociedad, me he decidido por la segunda. Y no es que no extrañe la mentira, pero en esta etapa de mi vida, como que valoro más otras cosas, la primera de ellas, la relación con mi pelirroja hermosa. Ya nos vemos pronto, con más verdades puras desde el corazón de un gran mentiroso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario